Tengo la inmensa fortuna de estar rodeado de gente competente en materia futbolística. Si ya es una bendición contar habitualmente con los comentarios de mi buen amigo Javier Santiago en los partidos de la Ponferradina, también estoy bien servido cuando me acerco al Reino de León para emitir los encuentros de la Cultural, gracias a la sapiencia que vierte en cada una de sus palabras el nunca bien reconocido en León, Carlos Pérez. Y resulta que este miércoles ambos equipos se han citado en El Toralín para escenificar otra batalla de esa guerra interminable (por fortuna) que es la del derbi provincial. Pase lo que pase el miércoles, siempre habrá otra batalla, y otra, y otra más. Y será el momento para saldar cuentas pendientes y será también el momento de abrir nuevos litigios que deberán esperar (y esa es la pena) hasta que pase medio año más.
El caso es que este miércoles en El Toralín podré reunir en un mismo escenario a Javier y a Carlos, lo cual de entrada ya es sinónimo un partido con mayúsculas en cuanto al análisis.
El domingo le pregunté a Carlos Pérez en los anexos de Zorrilla: "¿Quién ganará el derbi?" y él, a bote pronto, sin margen para otra reflexión seguramente más mesurada, respondió: "Yo creo que en El Toralín va a ganar... el fútbol".
No pudo Carlos ser más certero. Puede ganar la Cultu, lo puede hacer la Ponfe, puede incluso que no gane ninguno de los dos, pero lo único seguro es que va a ganar el fútbol. Y no hablo del fútbol primoroso que en España y casi en el mundo mundial sólo destila el Barça de vez en cuando. No, hablo de ese otro fútbol que se compone por igual de emoción, sentimientos, tensión, nervios, pasión a raudales, histeria colectiva si llega el gol, maldiciones sin límite si el árbitro se postula en contra de los tuyos, cánticos ofensivos de una y otra parte, chispas saltando dentro y fuera de la cancha por una entrada más allá de lo ortodoxo y, en medio de todo, una inocente pelota que va de un lado a otro buscando la red.
A ese fútbol se refería Carlos y ese gana fijo en El Toralín. Porque lo grande de un derbi es que tendremos derbi para rato, porque el derbi no acaba cuando pita el árbitro la conclusión. Ese pitido sólo sirve para dar el banderazo de salida a las infinitas versiones que de lo acontecido se van a disparar, con un prisma u otro según desde qué lado del Manzanal se analice. Ese es el fútbol que todos llevamos medio año esperando y que nos sirven este miércoles en El Toralín. La única pena que me queda es que apenas tenemos un par de días para ir calentando motores, porque este partido necesita de más preámbulos. El calendario ha sido cruel con todos los que nos movemos en torno al espectáculo de la máxima en la provincia, nos ha robado unos cuantos días de disparos velados, de declaraciones, entrevistas, apuestas, desafíos y reencuentros.
Se acerca la hora, llega el momento, pasen y vean. Es el derbi en estado puro. Es ése que ya tiene ganador: el fútbol.
martes, 24 de marzo de 2009
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